30/10/21- Sábado- 22 hs-
Experiencia de ir a ver Ale Luzardo y La Candombera festejando 20 Años en el Espacio Comparsa Integración.
-¡Una Buena DOSIS de CANDOMBE!-
Hay noches que necesitan una previa, hay toques que necesitan bebidas espirituosas para conectar con la música, con las vibraciones, con las ondas que viajan por el aire. No voy a explicar acá que la música tiene una dimensión metafísica, una dimensión emocional, una dimensión inexplicable que hace que conmueva. Incluso aunque alguno de sus elementos no te guste. Es algo que descubrimos como humanidad hace muchísimo tiempo y que nos rodea de muchas maneras y nos transforma sin saber muy bien por qué (sacando el análisis de teoría musical sobre algunas canciones que demostrarían ciertas fórmulas exitistas). Estoy rodeado de cosas que no entiendo, que no puedo explicar pero que me conforman aunque yo no quiera, esas diarias heroicas batallas.*
Bajando por la calle Río Negro hacia el agua vamos llegando a un lugar que nos era nuevo, junto a mi amiga decidimos pasar por la puerta para ver cómo estaba el ambiente y seguir hasta la rambla para terminar el trago. Ya de pie en la Rambla Helvetica (conocida como Rambla Sur) se nos presenta monumental la vieja estructura del Gas, símbolo del barrio y de la piqueta fatal del progreso.
Como un gigante viejo templo cuida de primera mano el Espacio de la comparsa Integración ya que se encuentran en la misma manzana. La ubicación es ideal para volar con la imaginación en hipótesis litúrgicas, respirar un poco de asfalto y pensar que la comparsa es realidad y la vida es fantasía**.
El lugar está incrustado en lo que alguna vez fue una zona industrial, galpones y espacios abiertos nos rodean al caminar, paredes pintadas con murales evocativos de la cultura negra y del Candombe.
Y viviendas, muchas viviendas nuevas y recicladas (googlear Gentrificación).
El envidioso tiempo*** es implacable con todo lo que se conoce,desde edificios, creencias y bandas de música, pero eso no siempre resulta mal. Tal es el caso de Ale Luzardo y La Candombera que desde sus inicios en Barcelona en el 2001 han atravesado distintas etapas marcando siempre su propio camino y plasmando en sus discos todo el desarrollo y la riqueza de su música.
El vivo es otra cosa y ya vamos a llegar esa sensación.
Hay zurcidos invisibles repletos de secretos en este pañuelo que es la música popular de Uruguay y el Candombe es uno de ellos. Lleno de misterios a plena luz, con sus tradiciones, su mística , con personajes míticos, todo converge en una especie de “fuerza”que te acompaña, un olimpo sagrado que influencia a la gente de forma omnipresente. Una dinámica de reconocimiento y tributo con los dioses. Rituales constantes en honor a la memoria colectiva, organización de fiestas paganas que demuestran todo el potencial que tiene este movimiento social que se nuclea en torno a mucho más que la combinación de los tres tambores, a saber, chico repique y piano. Quienes tocan bien acceden a verdadera magia, al sonido de los dioses, si se escucha se escucha. Dioses de acá, que andan por ahí, vivos, muertos, viajan con la comunidad candombera en su sonido, en su ramificaciones, en el fuego encendido junto al tambor templando la lonjas,en el día a día, todo el año, sin tiempo.
Dimos otra vuelta y entramos, enseguida nos sentimos en un cumpleaños, de hecho lo es, se nota que todo el mundo es conocido, estamos en un patio grande lindero al espacio cerrado donde se desarrollará el show. La gente toma y conversa como si no esperara nada, como si fuera su casa, que para la mayoría lo es, están en su barrio, en su cuadra, en el lugar donde se criaron. El Candombe es una forma de vivir y no lo voy a demostrar yo con estas líneas, pero cuando lo ves de frente, entre bambalinas, emociona, se percibe en el ambiente.
Pieles negras y morenas, peinados de ocasión, ropa de “salir”, vestimenta especial para la gala.
Humo de medio tanque y chorizos por hacer, mostrador de tablones por cantina, guirnaldas, restos de escenografía de la comparsa locataria a modo de decoración, paredes al fondo del patio con restos de obra y derruidas por la humedad. Se ven muchas sonrisas, todo está bañado por un par de focos de luz blanca que cubren el espacio exterior y permite que la gente se vaya acomodando al llegar. Todo se empieza a mezclar y el coloque se presiente, la banda calienta motores yendo y viniendo de un “camarín” en uno de los laterales entre saludos de cumpleaños y felicitaciones. Llegan los invitados, va a haber solo hombres en el escenario.
Así como la plena viene de Ponce del barrio de San Antón, el candombe es de Montevideo y del Barrio Sur y Palermo. Eso lo vuelve un lugar mítico y místico, y así me siento, pisando tierra sagrada y por lo tanto patriarcal, como casi siempre.
Al entrar al galpón donde está armado el escenario lo veo a nivel piso, guitarra, voces y teclados; sobre tarimas en segunda fila la batería, los tambores, el bajo y un saxo alto.
Encuentro lo que estaba buscando, horizontalidad. Completan el salón mesas y sillas de plástico identificadas como propiedad del municipio de la zona, cada una con su mantel, trece de las quince con un cartel con apellidos escritos y la palabra Reservado. Las paredes totalmente cubiertas de utileria de espectáculos de años pasados de la comparsa y dos destaques como altares, uno para Martha Gularte**** y otro para Jorguinho Gularte*****. Hacia el fondo del salón la barra de bebidas y espacio como para “meter barra”. Spoiler alert, la gente sentada duró cuatro temas.
Nos acomodamos, comimos y bebimos, arrancó el show y el calor ya hacía efectos en el ánimo de la parcialidad presente. El repertorio de la primera parte de la primera vuelta fue bastante jazzístico, como “pa ver desde la silla” , pero la gente que estaba sentada en el piso o parada en los laterales asaltó la pista a los quince minutos.. La zona de baile no se visualizaba al llegar al lugar pero era un secreto a voces para todo el mundo con ganas de moverse. La música de Ale Luzardo y La Candombera te genera esos dos estados y es una linda sensación. Esta dualidad convive en la banda y se ve reflejada en la composición del lugar y en los hechos. Para muestra de esta fusión está el disco de Candombe-Bebop llamado “Anthropology” del 2016 que reúne, para mi, lo esencial del grupo.
Las familias de la banda que ocupan con razón la mayoría de los lugares con sillas se vieron casi que desplazadas o invadidas por la multitud. Desde que llegamos era inminente que se desbordara.
Como siempre mi amiga me sacó delante en el baile, nos paramos y con el vino de la casa en el cuerpo empezó la danza milenaria del candombe y sus músicas.
La energía dio bien para terminar la primera vuelta moviendo el cuerpo y sudando, porque si, gente bailando codo con codo en lugar semi-ventilado y caluroso suda mucho. Hace calor, parece verano, está divino para enfiestarse, así sea dicho y escrito para que se entienda. Esto es un cumpleaños y acá se viene a gozar. Está claro desde la persona que prendió el fuego y abrió el portón, hasta la que pegara la barrida del final y dará bajada a la llave general de luz. Quien se haya enfiestado alguna vez sabrá de qué hablo, y quien no, le invito a imaginar también, porque no es más que la búsqueda de una posibilidad, eso que puede pasar en cualquier momento y cualquier lugar, y que puede ser necesario para sobrevivir una noche más, o una menos en esta tierra.
Esta especie de divino sacrificio pagano y salvaje en base al candombe es cansador cuando se le pone el cuerpo y la segunda vuelta fue “en otro acorde” como dijo uno de los dos cantantes. Dicho sea de paso dejaron la voz al servicio de la música hasta el final. La banda se tocó todo, es una banda de candombe y se cantan letras de candombe pero suena a otro nivel cuando se mezcla con jazz y el talante que ese género aporta. Le dan una vuelta de tuerca que vuela la cabeza.
Ver la banda en el Festival de Jazz de Mercedes, cerrando y con tooooodo el mundo de pie desde el primer tema, o verla ahora en su cumple en el Espacio Integración engalardonado para su festejo y tocando como si fuera el último día, es una experiencia que quiero traspase estas líneas que escribo.
Después de casi tres horas de música en vivo con recreo incluido, con la participación del semidiós Nico Ibarburu y con el dios blanco del candombe Hugo Fattoruso, con el brillo y flow de Eduardo Yaguno , con todo el color que le pone el público a la actuación, y con el néctar como inspiración de elixir, se fue cerrando el hechizo que estuvimos viviendo en esta alucinante noche de cumpleaños.
“Una buena dosis de Candombe” fue el coro de una de las canciones de retirada, y yo me fui pensando lo que dicen en mi barrio: quien lo vive es quien lo goza.
Recomiendo que pongas música de Ale Luzardo y La Candombera y te pares (si podes) a mover el cuerpo, a candombear. Pero también hacelo si tenes ganas de sentarte a escuchar, sus discos son otra experiencia, rinden para auriculares y un cómodo asiento. En vivo es una cosa y en los discos es otra, esa es la sensación que me queda, y no puede ser de otra manera. La música es multidimensional.
El Candombe específicamente es el sonido de los tres tambores tocados en carne viva, en vivo y en directo, sin intermediarios, sin el hombre de portafolio que aplaude en la avenida**, es eso que pasa cuando la gente se junta con cierta libertad a festejar, a escuchar, a entenderse, a vivir y resistir, siempre resistir.
@Chismosa_Selecciones
Notas: * Canción ”Te acordas Hermano” de Jaime Roos (Candombe del 31, 1977). ** Canción “Desalojo” de Jorginho Gularte (La Tambora,1984) *** Poema “Carpe Diem “ del poeta Horacio (Oda XI -Libro I, 23 a.c). **** Vedette, Bailarina, Coreógrafa, Escritora. Figura máxima del Carnaval Uruguayo. *****Compositor, productor, guitarrista y cantante. Recibió una golpiza en el año 2002 que lo dejo incapacitado para seguir tocando. El crimen nunca se aclaró. Murió en el 2013.
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