21/10/2023 - Viernes - 21:30 hs
Experiencia de ir a ver “Mínima” a la sala de Inmigrantes.
“Entre Rocanroles y Preguntas”.*
Esta noche bailé reggaetón post punk en un sótano.
No se muy bien cómo termina esta crónica pero sí sé como termina mi noche, escribiendo.
Trataré de brindar certezas que nadie me pidió e información que quizás sea relevante, diré verdades con mis manos que transcribiré literal y en el camino esquivaré las trampas que me lleven al vacío.
Voy despacio, la unión de estas ideas me llevará unos minutos detallarla. Les prometo que solo habrá palabras que alimenten la escucha de lo que todavía suena en mi cabeza, y ojalá estimulen el futuro movimiento de su cuerpo para que vayan a buscar ese sonido, esa cultura, esas músicas.
Esta noche bailé reggaetón post punk en un sótano en un recital de rock.
Se va armando la frase y todo es caótico, dejaré fluir mi conciencia.
Pienso en las dudas de mi amiga de salir esta noche, en mi respuesta ante la pregunta sobre de qué iba la propuesta, en etiquetar, en los prejuicios que salen cuando no se conoce algo, en la sorpresa de encontrarse en un escenario vital inesperado. Pienso que el Rock no murió.
Parece que las etiquetas para la música funcionan, y sin embargo que poco definen la identidad viva de un sonido, el ambiente, los olores. Hay categorías musicales que son obsoletas o son demasiado rígidas. Me gusta pensar en espectros, en áreas de influencia, en campos de referencia. Por eso creo que la cuestión es elegir entre ser un cuadrado o una mancha. Encorsetar un género o ser conservador al respecto puede llevarnos a no avanzar nunca en las cuestiones esenciales de vivir en un mejor mundo, con una música mejor. Pero las etiquetas existen. No sé hasta cuándo resistirán. Porque aunque pese nos sirven para explicar a otra persona por donde va una propuesta, como serán las coordenadas de un asunto. Entonces el problema, creo, es como interpreta la etiqueta quien la coloca y quien la necesita. Cuál es el sentido que opera en quien la define y en quien la asume para definirse. Tanto en términos musicales como de identidad. Porque nombrar NO es juzgar. Cuando surge el juicio se complica y aparece la moral normalizante.
Esta noche bailé reggaetón post punk en un sótano en un recital de rock alternativo o indie.
¿Alternativo a qué? ¿Independiente a qué? Mucha gente que escuche música relacionada al rock o personas más melómanas sabrán lo que significa lo “indie” o “alternativo”, pero otro público quizás queda ajeno a esa respuesta, a esas etiquetas. Cuando hay que explicar ciertas pautas para orientar la escucha es donde se cae en las etiquetas o en los encuadres. Parece que no hay escapatoria, y sin embargo, cuando alguien escucha o lee sin esas referencias previas la sensación de no necesitarlas se hace evidente y la experiencia es igual de completa. Entonces, ¿cómo hacemos para hablar sin etiquetar?¿está mal etiquetar o nos ayuda a entender? Pienso que es similar a la mala prensa que tiene los prejuicios.
Me explico. Los prejuicios nos ayudan a pensar, a generar opinión. Parte de cómo pensamos tiene que ver con un prejuicio, con el proceso de tener una expectativa, una idea previa sobre algo, y luego corroborar o no su veracidad. Algo así como una hipótesis para explorar los resultados. O sea, etiquetar y prejuzgar puede ser un paso hacia el conocimiento, pero se detiene si no podemos pensar o ver más allá. Si nos quedamos en el prejuicio y la etiqueta no avanzamos en el pensamiento, paraliza, y no accionamos.
Pero me fui por la redes neuronales y yo lo que quiero hablarles es de música, de cultura, de que el rock no murió, de que el rock sigue vivo en la cuevas, como siempre**, de que las etiquetas y los prejuicios son ambivalentes, y de que esta noche bailé reggaetón post punk en un sótano en un recital de rock alternativo o indie con mi amiga en Montevideo.
Sobre el escenario en la sala de Inmigrantes se presentó Mínima, el cual es un proyecto llevado adelante por Valentina Fraga. Mínima es ella y tocó junto a su banda en una embriagada noche. Dentro del universo del Rock Pop Alternativo, Mínima es una caminante del Under, de los suburbios Montevideanos, trayendo un sonido en torno al post-punk que se va transformando a medida que aparecen sus grabaciones de estudio. En el vivo sonaron canciones nuevas que indican esa mutación, ese trabajo, y se siente el orgullo. Escuchen la música y las letras con buenos parlantes o auriculares y después me cuentan qué juicios y definiciones se les ocurren.
Mínima además de componer sus canciones también realiza y produce sus videoclips (chequen su canal de YouTube), pero hagamos un poco de historia.
En el 2016 saca su primer disco llamado “Mínima”, el cual fue producido por Damián Cacciali, también conocido como Muñe (busquen su disco “Baraja” si les gusta el Pop y las melodías).
A fines del 2018 edita una canción titulada “Ajeno” y en el 2019 otra llamada “Visceral”.
En julio del 2020 (pandemia de por medio) pública junto a Pau 0′ Bianchi un LP de nombre “Mínima y Pau”, el cual recomiendo fuerte, y si les gusta el indie pop rock indaguen en la obra de este muchacho Pau O 'Bianchi. Mucha data y mucha música bajo otros grupos o seudónimos.
Pero yo les quiero hablar del siempre actual disco que salió en el 2021 y el cual fue tocado íntegramente la noche en cuestión, el segundo LP de Mínima que lleva por título “Emperatriz”. Tiene la cocarda de ser nominado a Mejor álbum de Rock Alternativo en los Premios Graffiti 2022, certamen de premiación a la Música Uruguaya bastante conocido en el país y con varios años de trayectoria. De gran importancia para la industria aunque creo que la música independiente todavía es premiada por pose, y las categorías importantes siguen estando en manos de las discográficas. Pero ese es otro tema, o todo tiene que ver con todo. La dejo ahí.
Vuelvo al disco, tiene 10 canciones, dura 30 minutos, es para escucharlo en orden, y no se sale impune. Mínima se piensa componiendo, se descompone escribiendo, se desata cantando, se cuestiona cuestionando a quien escucha. Las preguntas en su lírica aliadas a una sonoridad rockera entre oscuridades, humor y desencantos van a estar presentes durante todos los tracks, tanto en la cumbia de la “Torta Frita” con su parte reguetonera como en las primeras estrofas del disco que sirven como patada de canguro para ir a por todo.
“Sin decidir , decidís…
¿Qué es lo que estamos decidiendo? ¿Qué es lo que estamos ignorando?
¿Qué es lo que estamos sosteniendo? ¿A qué le estamos militando?" ***
Preguntas, opiniones, discrepancias, molestias, depresión.
¿Se puede estar de otra manera? Bueno, de eso va la cosa, o casi, porque también dan ganas de salir a pelear, de encontrarse en las cuevas, de reunirse, de ser la contracara de la sociedad feliz, luminosa y esperanzada. Ni contra nadie ni nada personal, es/ir contra el régimen, contra la hegemonía, contra lo que se supone, como se dice popularmente, “es todo lo que está bien”. Pocas frases me generan más desconfianza. Pero bueno ,eso. No todo está bien, y todo está muy mal, pero fingimos demencia y vamos para adelante, nos damos contra la pared, caminamos por las paredes, las paredes nos cuentan chistes. Y algo de eso tiene que ver con el ideario que nos heredó la cultura del rock, la de fines de los 70, donde el concepto de género musical se había disuelto y lo importante era la actitud, la postura, correr los márgenes, experimentar con las puertas de la percepción, enfrentarse con los propios demonios y contra el poder, contra lo establecido, con la imaginación en la vanguardia, la búsqueda de la libertad como existencia. Ese era el mensaje. Cierto grado de convencimiento.
Esto es lo que siento ahora en mi cuarto, redondeando el vaso y la crónica, junto a un coloque nocturno que se abrió con el show de Tallo****, previa a la presentación de Mínima, que como ya dije (y empiezo a repetirme, es hora de terminar) tocó sobre todo el disco “Emperatriz”. Disco que escuche muchas veces, no para aprenderlo de memoria y repetirlo automáticamente, sino para entenderlo, masticarlo, digerirlo, pensarlo, criticarlo. Cada momento de mi vida en estos dos años me preguntó y me dijo cosas distintas. Eso pasa cuando las canciones están bien hechas. Se quedan en el tiempo y en la memoria, viajan a lugares inimaginables, terminan en las voces de quienes quieran cantarlas, en las orejas de quienes quieran escucharlas, en las crónicas de quienes quieren contarlas. Chismosa_Selecciones
**Cuevas, en los inicios en el Río de la Plata de la música beat, y el Rock, los grupos y solistas acostumbraban tocar en bares o lugares de bajo presupuesto que se llamaron de esta manera por parte del público y la crítica. Incluso el espíritu de este nombre viene de “The Cavern”, nombre del bar donde tocaron los Beatles en sus inicios. (Véase el libro “De las Cuevas al Solís” de Fernando Peláez).
***De la canción “Emperatriz” de Mínima.
**** Tallo (proyecto de Joaquín Menchaca) es un músico de Tacuarembó con tres discos editados y muy a tono con la visión del mundo que se presenta por la persona que está escribiendo esta crónica. Recomiendo y tendrá su crónica en algún momento.
Banda Completa que tocó con Mínima: bajo y coros Natalia Olivera, guitarra Micaela Caparroz y Gervasio Núñez, batería Paulino Duarte, teclado y coros Gonzalo Bango.
Discos de "Mínima"
Canal de YouTube "Mínima"
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