martes, 6 de junio de 2023

Lucía Severino (Crónicas Chismosas)

04/11/21 - Jueves - 21hs Experiencia de ir a ver la presentación de “Una, un disco en capítulos” de Lucía Severino en La Trastienda Club. -El Canto y la Canción Hablada-

Vayamos por partes como dijo Lucía Severino. Esto se escribió entre Nov/Dic de 2021.
Ir a ver un recital así como otros espectáculos, sea cine, teatro o ir a comer algo incluso, se puede relacionar más con él después que con el instante en sí de la experiencia. 

Me explico. Hablo de la sensación de placer cumplido, la embriaguez* de Baudelaire, esa excitación y modorra posterior, la mezcla de vacío y completud que nos invade al terminar la acción. No se si les pasa, pero las conversaciones con mi amiga luego de un evento , muchas veces, igualan la vivencia de la obra en cuestión. Y eso no habla mal de lo que experimentamos, todo lo contrario, la experiencia se nos posa como semilla y se cultiva por varios días en el cuerpo. Otras veces en cambio se nos va rápidamente, al otro día, o incluso en la misma noche se nos presentan distintas cuestiones y se nos olvida en el cajón de las cosas vividas. Pero cuando no sucede esto último se puede terminar escribiendo una crónica como esta. Fue la primera vez que veíamos a esta artista en vivo y nos dejo muy felices. Ya a la vuelta, de caminata por el centro de Montevideo, mi amiga me comentó que disfruto mucho la presentación y que Lucía Severino era una buena cantante. Dimos una pitada esperando el Ómnibus, la conversación se derivó hacia el Canto y la vida, y ahí pensé en algo que creo define muy bien lo que vimos y escuchamos esa noche. De ese pensamiento y reflexiones quiero contarles.

“Yo no canto por cantar ni por tener buena voz'' nos dice Víctor Jara en su canción “Manifiesto” siempre que se lo quiera escuchar. Y siempre lo voy a querer escuchar al igual que a Lucía Severino y su banda Tránsito. Esta cantautora me va a acompañar en el tiempo, aunque se diga que la buena Música no tiene Tiempo. Lo que si no genera dudas es que la música tiene contexto, eso es indiscutible. Y esta idea la uno con la canción de Jara. Hay quienes piensan que si podes generar una obra artística conocida (o no) implica cierta responsabilidad para con la misma, porque vos y tu obra son el resultado de la construcción de una sociedad y un contexto. Siguiendo esta línea, tanto crear, cantar, decir o No decir, opinar, describir una imagen, vivir, todo es político. Todo manifiesta una intención, tiene algo atrás que lo llevó hasta ahí, que cada cual pueda/quiera verlo es otro tema. Pero está ahí, se desprende de lo que escuchamos, de lo que vemos, aunque la persona “no nos diga nada”, siempre nos está diciendo, siempre está opinando, siempre es político (googlear “lo personal es político'').
Esta idea sobre el arte y la vida en general, y del género canción en particular, en la región de América del Sur, viene de la década de 1960 y la podemos ejemplificar con lo que se llamó el “movimiento de nueva canción”. Con su manifiesto y sus exponentes** dieron forma a una manera de hacer las canciones, de pensar el arte. Plantean que quien es cantor/a a diferencia de quien es cantante, no es alguien que quiere cantar, sino es alguien que tiene la necesidad de cantar, tiene la responsabilidad social de hacerlo. Ya que el canto más que una poesía, una protesta o un entretenimiento es un resultado, un testimonio de lo que sucede. Entonces el papel de quien se sepa cantor/a es exponer la realidad como siente que es, como la ve ,como la vive, como pueda, con lo que tenga. Y esto es lo que quiero marcar y zurcir con la experiencia de aquella noche para analizar a Lucía Severino y su propuesta.
Durante todo el show se respiró un aire festivo y de casi alivio por poder completar el disco, es decir, mostrarlo en vivo a la gente. Sobre todo después de las muchas restricciones que no permitían espectáculos artísticos/culturales durante la pandemia de Covid-19. Por eso lo que vivimos fue casi un cumpleaños, mucha familia y amistades de la banda, la alegría de la gente arriba y abajo del escenario se notaba y eso generó una atmósfera muy particular, eso que pasa con la música en vivo cuando se conecta el público y lxs artistas. Con sus teclados, sintetizadores, acordeón, guitarra, computadora, pedales, pero sobre todo con su forma de cantar e interpretar me lleva a ese lugar del arte, de la honestidad, del Canto, de hacer las cosas por necesidad y con las herramientas que se tienen a mano, que en este caso son muchas y usadas de la mejor manera. El arte sirve para algo, la música hecha así es transformadora, sino pregúntenle a esta tremenda artista, compositora, multi-instrumentista, productora, actriz, cantante y Cantora.

Vayamos a otra cosa que quiero contar a través de la música de Lucía Severino, de sus capítulos, de sus canciones, de su forma de cantar. Justamente esto último es lo que más llamó nuestra atención y me hizo pensar en lo que podríamos llamar la Canción Hablada. Una categoría que nos permite entender parte de lo que hace esta cantora con su música, con sus letras, con sus interpretaciones.

Voy a arriesgar un rompecabezas para explicar lo que sería esta forma de interpretar canciones, eso de “Describe tus pensamientos y describirás al mundo” parafraseando a Tolstoi. Porque de escuchar música se trata esto y mientras más nombres aparezcan mejor.
La Canción Hablada, Canto Hablado o Spoken Word en Inglés (aunque no me parece lo mismo) la encontramos desde Lou Redd o Leonard Cohen hasta Juana Molina o Jaime Ross. También en las baladas románticas de los 80 y en el ritmo y la poesía del Rap, en Guitarra negra de Zitarrosa, en varias cosas de Andrés Calamaro, o en otros temas similares a Mi guitarra y vos de Drexler. En otro registro pero por el mismo camino están Leo Antúnez*** o Enrique Syms que son casi fundadores de esta forma tan distinta de comunicar mas ligada a la declamación y la poesía oral.

Para seguir indagando y pensando. La dejo por ahí.
Quiero decir que la forma de lo que podemos ver como un sub-género, la Canción Hablada, se entiende perfecto con Lucía Severino, al igual que aquellas ideas sobre el Canto. Porque esta artista no es todo eso que nombre en el rompecabezas imaginario, es algo que se explica en sí misma, al escucharla, al verla, porque si, vayan a verla. Ayer, mañana, no sé. Cuando escuchen en sus reproductores de preferencia la música de Lucía Severino y Tránsito ojalá puedan imaginar mundos posibles y se les disparen tantas referencias como a mi. Es la manía de quererme explicar con lo que ya conozco lo nuevo que estoy conociendo, porque de primera mano no me resulta simple, me lleva a una complejidad que me gusta encontrar cuando busco música, cuando quiero sentarme a escuchar. La búsqueda interminable de la embriaguez Baudeleriana se alimenta de estas obras. Me sorprende, me deja pensando, como ya dije, se queda ahí floreciendo en el vergel. Cada cual que saque sus conclusiones y se vuele en su escucha como prefiera. Acá vengo simplemente a transmitir todo lo que me genera la música del nuevo disco de esta Música, lo que me pasó en la presentación del mismo y algo de lo tanto que conversamos con mi amiga en el after dialógico.
Volviendo a aquella noche pues la música y su contexto es inevitable.
A la salida del toque la realidad y sus contrastes. A un costado de la sala pibxs durmiendo en el piso, la parada desbordada de gente a las puteadas, mucho afiche en las paredes derruidas y muy sucias todas las fachadas. Hacia el otro costado brillan las luces de los edificios nuevos, de las tiendas nuevas, de las casas para la gente bien. Adentro de la Trastienda todo esta en orden. La sala está impecable y aunque a veces parece que hay más sillas que lugares se pasa bien, el sonido con sus misterios suena excelente. Además el espectáculo tuvo visuales y claramente sube la calidad de cualquier show. No se si por Snob pero ya quiero que haya pantalla, visuales y VJ en todos los recitales. Me urge, pero se las dejo ahí, como otra parte de esta crónica que se va construyendo en partes, en capítulos, entre el canto y la canción hablada, entre lo literario y lo musical, entre el escenario y nuestra vidas, entre el disco y su presentación.
Metamos en esto último y en la discografía de Lucía Severino para ir cerrando esta crónica.
Cuando terminó nos fuimos cantando la frase “tus armas solo son tus pensamientos” del tema Área Metropolitana perteneciente a su primer disco “Los Días” del 2014, que a mi entender se complementa con “Presente Continuo” del 2017, y con este último del 2021 llamado “Una, un disco en capítulos”. Hay continuidad y transformación, elementos con los cuales se construye una obra artística, una visión, una forma, un paisaje sonoro propio.
"Las palabras son armas"  se escucha en el primer capítulo del nuevo disco, conformado por las canciones Pido, Palabra y Cuerpo. Con ese inicio se ve el paso, el cambio, se empieza a entender de qué va la letrística de este viaje personal. En el segundo capítulo con El Vals sale a Flote al Jardín y nos lleva por este recorrido de un lado a otro. Las canciones son el vehículo y sus nombres lo indican. En el tercero de los capítulos nos trasladamos por Un camino nuevo donde hay un Ritual y un Soneto. Y seguimos transitando. En el cuarto capítulo con una Oración nos dice que estamos en el exterior, en el océano y el cielo, con La cresta de la ola y Miro al cielo. Un disco con final abierto. Una experiencia sin encierros.
Son cuatro capítulos que funcionan como una unidad. Por adentro y afuera, un recorrido íntimo, un proceso creativo que duró un año, con Pandemia de por medio, que decididamente fue pensado así, con mucho trabajo, con incertidumbre, con sus vaivenes, pero que se logró realizar y se armó con mucha armonía entre sus partes. Lucía Severino nos entrega una narrativa unificada y coherente sobre lo que le pasa y fue pasando, con su única y auténtica manera de objetar con el arte la conciencia****.
Vayan a escuchar y nos seguimos pensando en el disco que viene.


@Chismosa_Selecciones

Notas:

* Concepto del poema “Embriagaos” del libro “Spleen de París. Pequeños poemas en prosa”, de Charles Baudelaire. S.19

**Para ejemplo de toda esta visión del canto que les comento y que esta frase resume muy bien , escuchen Si se calla el Cantor de Horacio Guarany interpretada por Mercedes Sosa.
*** Data de Leo Antúnez ****Parafraseando los versos que cierran” Soneto” de Lucía Severino
(...) La construcción requiere de paciencia. / Conecto lo que siento a cierta ciencia. / La de los cuerpos cuando los amantes, / objetan en el arte la conciencia”.




Toda su Música





Ale Luzardo y La Candombera (Crónicas Chismosas)


30/10/21- Sábado- 22 hs-
Experiencia de ir a ver Ale Luzardo y La Candombera festejando 20 Años en el Espacio Comparsa Integración.

-¡Una Buena DOSIS de CANDOMBE!-

Hay noches que necesitan una previa, hay toques que necesitan bebidas espirituosas para conectar con la música, con las vibraciones, con las ondas que viajan por el aire. No voy a explicar acá que la música tiene una dimensión metafísica, una dimensión emocional, una dimensión inexplicable que hace que conmueva. Incluso aunque alguno de sus elementos  no te guste. Es algo que descubrimos como humanidad hace muchísimo tiempo y que nos rodea de muchas maneras y nos transforma sin saber muy bien por qué (sacando el análisis de teoría musical sobre algunas canciones que demostrarían ciertas fórmulas exitistas). Estoy rodeado de cosas que no entiendo, que no puedo explicar pero que me conforman aunque yo no quiera, esas diarias heroicas batallas.*
Bajando por la calle Río Negro hacia el agua vamos llegando a un lugar que nos era nuevo,  junto a mi amiga decidimos pasar por la puerta para ver cómo estaba el ambiente y seguir hasta la rambla para terminar el trago. Ya de pie en la Rambla Helvetica (conocida como Rambla Sur) se nos presenta monumental la vieja estructura del Gas, símbolo del barrio y de la piqueta fatal del progreso.
Como un gigante viejo templo cuida de primera mano el Espacio de la comparsa Integración ya que se encuentran en la misma manzana. La ubicación es ideal para volar con la imaginación en hipótesis litúrgicas, respirar un poco de asfalto y pensar que la comparsa es realidad y la vida es fantasía**.
El lugar está incrustado en lo que alguna vez fue una zona industrial, galpones y espacios abiertos nos rodean al caminar, paredes pintadas con murales evocativos de la cultura negra y del Candombe.
Y viviendas, muchas viviendas nuevas y recicladas (googlear Gentrificación).
El envidioso tiempo*** es implacable con todo lo que se conoce,desde edificios, creencias y bandas de música, pero eso no siempre resulta mal. Tal es el caso de Ale Luzardo y La Candombera que desde sus inicios en Barcelona en el 2001 han atravesado distintas etapas marcando siempre su propio camino y plasmando en sus discos todo el desarrollo y la riqueza de su música.
El vivo es otra cosa y ya vamos a llegar esa sensación.
Hay zurcidos invisibles repletos de secretos en este pañuelo que es la música popular de Uruguay y el Candombe es uno de ellos. Lleno de misterios a plena luz, con sus tradiciones, su mística , con personajes míticos, todo converge en una especie de “fuerza”que te acompaña, un olimpo sagrado que influencia a la gente de forma omnipresente. Una dinámica de reconocimiento y tributo con los dioses. Rituales constantes en honor a la memoria colectiva, organización de fiestas paganas que demuestran todo el potencial que tiene este movimiento social que se nuclea en torno a mucho más que la combinación de los tres tambores, a saber, chico repique y piano. Quienes tocan bien acceden a verdadera magia, al sonido de los dioses, si se escucha se escucha. Dioses de acá, que andan por ahí, vivos, muertos, viajan con la comunidad candombera en su sonido, en su ramificaciones, en el fuego encendido junto al tambor templando la lonjas,en el día a día, todo el año, sin tiempo.

Dimos otra vuelta y entramos, enseguida nos sentimos en un cumpleaños, de hecho lo es, se nota que todo el mundo es conocido,  estamos en un patio grande lindero al espacio cerrado donde se desarrollará el show. La gente toma y conversa como si no esperara nada, como si fuera su casa, que para la mayoría lo es, están en su  barrio, en su cuadra, en el lugar donde se criaron. El Candombe es una forma de vivir y no lo voy a demostrar yo con estas líneas, pero cuando lo ves de frente, entre bambalinas, emociona, se percibe en el ambiente.
Pieles negras y morenas, peinados de ocasión, ropa de “salir”, vestimenta especial para la gala.
Humo de medio tanque y chorizos por hacer, mostrador de tablones por cantina, guirnaldas, restos de escenografía de la comparsa locataria a modo de decoración, paredes al fondo del patio con restos de obra y derruidas por la humedad. Se ven muchas sonrisas, todo está bañado por un  par de focos de luz blanca que cubren el espacio exterior y permite que la gente se vaya acomodando al llegar. Todo se empieza a mezclar y el coloque se presiente, la banda calienta motores yendo y viniendo de un “camarín”  en uno de los laterales entre saludos de cumpleaños y felicitaciones. Llegan los invitados, va a haber solo hombres en el escenario.
Así como la plena viene de Ponce del barrio de San Antón, el candombe es de Montevideo y del Barrio Sur y Palermo. Eso lo vuelve un lugar mítico y místico, y así me siento, pisando tierra sagrada y por lo tanto patriarcal, como casi siempre.
Al entrar al galpón donde está armado el escenario lo veo a nivel piso, guitarra, voces y teclados; sobre tarimas en segunda fila la batería, los tambores, el bajo y un saxo alto.
Encuentro lo que estaba buscando, horizontalidad. Completan el salón mesas y sillas de plástico identificadas como propiedad del municipio de la zona, cada una con su mantel, trece de las quince con un cartel con apellidos escritos y la palabra Reservado. Las paredes totalmente cubiertas de utileria de espectáculos de años pasados de la comparsa y dos destaques como altares, uno para Martha Gularte**** y otro para Jorguinho Gularte*****. Hacia el fondo del salón la barra de bebidas y espacio como para “meter barra”. Spoiler alert, la gente sentada duró cuatro temas.
Nos acomodamos, comimos y bebimos, arrancó el show y el calor ya hacía efectos en el ánimo de la parcialidad presente. El repertorio de la primera parte de la primera vuelta fue bastante jazzístico, como “pa ver desde la silla” , pero la gente que estaba sentada en el piso o parada en los laterales asaltó la pista a los quince minutos.. La zona de baile no se visualizaba al llegar al lugar pero era un secreto a voces para todo el mundo con ganas de moverse. La música de Ale Luzardo y La Candombera te genera esos dos estados y es una linda sensación. Esta dualidad convive en la banda y se ve reflejada en la composición del lugar y en los hechos. Para muestra de esta fusión está el disco de Candombe-Bebop llamado  “Anthropology” del 2016 que reúne, para mi, lo esencial del grupo.
Las familias de la banda que ocupan con razón la mayoría de los lugares con sillas se vieron casi que desplazadas o invadidas por la multitud. Desde que llegamos era inminente que se desbordara.
Como siempre mi amiga me sacó delante en el baile, nos paramos y con el vino de la casa en el cuerpo empezó la danza milenaria del candombe y sus músicas.
La energía dio bien para terminar la primera vuelta moviendo el cuerpo y sudando, porque si, gente bailando codo con codo en lugar semi-ventilado y caluroso suda mucho. Hace calor, parece verano, está divino para enfiestarse, así sea dicho y escrito para que se entienda. Esto es un cumpleaños y acá se viene a gozar. Está claro desde la persona que prendió el fuego y abrió el portón, hasta la que pegara la barrida del final y dará bajada a la llave general de luz. Quien se haya enfiestado alguna vez sabrá de qué hablo, y quien no, le invito a imaginar también, porque no es más que la búsqueda de una posibilidad, eso que puede pasar en cualquier momento y cualquier lugar, y que puede ser necesario para sobrevivir una noche más, o una menos en esta tierra.
Esta especie de divino sacrificio pagano y salvaje en base al candombe es cansador cuando se le pone el cuerpo y la segunda vuelta fue “en otro acorde” como dijo uno de los dos cantantes. Dicho sea de paso dejaron la voz al servicio de la música hasta el final. La banda se tocó todo, es una banda de candombe y se cantan letras de candombe pero suena a otro nivel cuando se mezcla con jazz y el talante que ese  género aporta. Le dan una vuelta de tuerca que vuela la cabeza.
Ver la banda en el Festival de Jazz de Mercedes, cerrando y con tooooodo el mundo de pie desde el primer tema, o verla ahora en su cumple en el Espacio Integración engalardonado para su festejo y tocando como si fuera el último día, es una experiencia que quiero traspase estas líneas que escribo.
Después de casi tres horas de música en vivo con recreo incluido, con la participación del semidiós Nico Ibarburu y con el dios blanco del candombe Hugo Fattoruso, con el brillo y flow de Eduardo Yaguno , con todo el color que le pone el público a la actuación, y con el néctar como inspiración de elixir, se fue cerrando el hechizo que estuvimos viviendo en esta alucinante noche de cumpleaños.
“Una buena dosis de Candombe” fue el coro de una de las canciones de retirada, y yo me fui pensando lo que dicen en mi barrio: quien lo vive es quien lo goza.
Recomiendo que pongas música de Ale Luzardo y La Candombera y te pares (si podes) a mover el cuerpo, a candombear. Pero también hacelo si tenes ganas de sentarte a escuchar, sus discos son otra experiencia, rinden para auriculares y un cómodo asiento. En vivo es una cosa y en los discos es otra, esa es la sensación que me queda, y no puede ser de otra manera. La música es multidimensional.
El Candombe específicamente es el sonido de los tres tambores tocados en carne viva, en vivo y en directo, sin intermediarios, sin el hombre de portafolio que aplaude en la avenida**, es eso que pasa cuando la gente se junta con cierta libertad a festejar, a escuchar, a entenderse, a vivir y resistir, siempre resistir.

@Chismosa_Selecciones


Notas: * Canción ”Te acordas Hermano” de Jaime Roos (Candombe del 31, 1977). ** Canción “Desalojo” de Jorginho Gularte (La Tambora,1984) *** Poema “Carpe Diem “ del poeta  Horacio (Oda XI -Libro I, 23 a.c). **** Vedette, Bailarina, Coreógrafa, Escritora. Figura máxima del Carnaval Uruguayo. *****Compositor, productor, guitarrista y cantante. Recibió una golpiza en el año 2002 que lo dejo incapacitado para seguir tocando. El crimen nunca se aclaró. Murió en el 2013.


Escuchar "Candom-BeBop"







Maine Hermo y La Plapla (Crónicas Chismosas)

                                        

28/10/21- Jueves -21 hs-                                               
Experiencia de ir a ver Maine Hermo y La Plapla al Teatro del Bar Ducon.
-La necesidad de un sonido perfecto.-

Al llegar al lugar, en Durazno y Convención (de ahí el nombre del bar) la música empieza a sonar en mi cabeza, el gran Jaime Roos omnipresente. No solo eso aparece en la noche montevideana, porque el Darno es eterno y cuando escucho una cantautora tan notable como Maine Hermo lo confirmo. Ya ahondaré sobre esto más adelante.
Le comento a mi amiga que la música no tiene tiempo, nos miramos y ya estamos riendo al rondar el boliche. Se escuchan conversaciones y ruido ambiente, en el bar y en mi mente, la música suena y ni siquiera entramos. Un local que da a una esquina, chico, con una puerta lateral que dirige a un piso inferior donde sucederá el espectáculo. Al bajar por la escalera nos cruzamos un espejo y la puerta del baño que dice "todes", por un instante recuerdo que estoy en Montevideo y que hay zonas donde el progresismo y el lenguaje inclusivo llegó, al menos en el cartel. Viendo esto y teniendo en cuenta lo que pasó después en el escenario, pienso que hay lenguajes que no son para todo el mundo y que al igual que ciertas escenas musicales o musicalidades son bastante endogámicos (piénsese en el Jazz por ejemplo). Pero creo que no es “culpa” de nadie. Sucede. Ahora imagino unos espejos borgeanos que dejan ver para dentro y para afuera y siempre reflejan la perspectiva exacta de donde están nuestros pies en el mundo que nos rodea. Lo imposible puede ser.
Pero sigamos. El afuera y todos esos pensamientos que me fantaseo escritos después de las actuaciones, con los primeros acordes desaparecen. Ya estoy en la silla tomando algo con la expectativa en el cuerpo y la cabeza llena de sensaciones que intento serenar. El escenario me atrae la atención, tablas con dimensiones aptas para tres o cuatro personas con instrumentos, espacio confortable, íntimo, cerca de la gente, amplificado, un sótano donde pasan cosas. No somos más de cincuenta personas. Esta lleno el aforo.
Arrancan La Plapla y la mente empieza a dispararse con esas raras composiciones. Pero antes de que se produzca el despegue los acoples graves se hacen presentes. Un error que condiciona y que hace poner la atención en lo técnico y no en las canciones.
Atención, canciones es una  palabra que debería ir entre comillas cuando hablamos del trío conformado por Vito, Ire y Lúcia, ya que requieren una atención extra, parece que se trataran de rituales musicales, sonidos orgánicos y arreglados con exquisitez. Pero el acople vuelve y sigo sin poder volar del todo. La música que escucho en los temas me conmueve, las armonías me tocan la piel y quiero descubrir más de esta formación (dos guitarras y un teclado, que varía en acordeón, y una de las guitarras deriva en percusión y ruidismo). Las tres cantan muy bien solas y por separado, lo coral se destaca desde el inicio. Una propuesta que no conocía y que no pasa desapercibida.Un combo que es difícil de encasillar en algún género o categoría de plataforma mainstream. ¡Ojo!, porque esto muchas veces se dice para envolver de misterio a alguien que se denomina artista y que carece de valor artístico, como para disfrazarlo de talento, pero en general es más Hamparte que arte en sí (googlear Antonio Villarán, Hamparte). Pero claramente no es el caso, acá sobran cualidades y calidad musical, por separado y en la suma de sus elementos.
Mientras voy escuchando pienso dónde ubicarlas en mi mapa y se me viene la línea de Los Que Iban Cantando, o Masliah, hasta Canciones para No dormir la Siesta ( y hago un puente con Maria Elena Walsh de quien tomaron más que el nombre de un cuento suyo para nombrar al grupo). Y también escucho la influencia de Liliana Herrero, o Juan Quintero y Luna Monti en las voces, en las letras, en el minimalismo con que se manejan, no sé...se me ocurre un neo-folclore ambiental coral orgánico y natural que combina a la perfección (mi obsesión por lograr coordenadas que no sirven para mucho). Es que “la Plapla no figura en el Abecedario”*.
Y de obsesiones y perfección va esta crónica, porque pienso que para que ciertas propuestas se luzcan, en específico las de La Plapla y Maine Hermo, necesitan de un sonido perfecto (por sonido entiendo amplificación, micros, persona sonidista, y demás cuestiones relacionadas para que “suene bien”).Y esto lo planteo más allá de algunas incorrecciones técnicas que no solo dependen de quién coordina el sonido sino de las ejecuciones del momento y lo inesperado. Pero de todas formas, para estos proyectos es fundamental que todo suene bien, los instrumentos, las voces, los silencios. Tanto las canciones de grupos que apuestan a lo experimental, como las letras de una trovadora y sus cavilaciones, todas las músicas quizás, requieren de que nada falle, que se mantenga la concentración arriba y abajo del escenario, que lo técnico NO termine por encima de lo artístico.

El pasaje de un show al otro fue con un crossover entre las músicas ejecutando un tema denominado “Humo”, del disco “Extravíos, hace tiempo” del 2015 editado por el sello Perro Andaluz (único Lp de la cantautora Maine Hermo hasta ahora). Una canción inspirada o dedicada a Darnauchans, y en este momento me cayó la ficha y fui más consciente de lo que iba a suceder minutos después. Terminé mi vaso de cerveza, salí a fumar (el Darno siempre el Darno). La noche seguía armonizando afuera ahí lejos en el sur y yo pensé en el disco de Maine y en los años que no lo escuchaba. Cuando salió me encantó pero nunca fui a ver las presentaciones, ahora tiempo después me llegó la data del toque y tenía ganas y el dinero para venir. Solo escuche una canción y ya no me arrepiento.
Está claro que lo que hace Maine Hermo es hermo de hermoso. Y este chiste tonto intenta sacar una mueca de sonrisa porque eso se respira en la noche. Una especie de alegría compartida por escuchar a esta tremenda songwriter, esta tremenda baladista.
Lo de La PalPla es de excepción, pero la manera que tiene Maine de contar sus cosas abre las puertas de la dulzura y el disfrute perceptivo. Es muy particular, las lágrimas en sus ojos dan muestra de ello. No solo lo melódico y la letrística, sino que sus dedos en los trastes de la guitarra o del laúd renacentista (si, toca el laúd y como suena gente, como suena) son brillantes. Su voz acompaña todo lo que quiere decir, su volumen bajo (también cuando habla) y su calidez son justas para pintar sus letras y permitirnos el extravío dentro de sus composiciones. Para este formato (guitarra y voz, se suma por momentos un contrabajo y guitarra eléctrica) y para estas cualidades que tiene su timbre,se necesita un sonido perfecto. Hablamos de una instrumentista excelente pero sobre todo de una trovadora, lo que toca es importante pero lo que dice es fundamental. Su veta política (lo personal es político), las historias, la complejidad de la vida y sus matices, sus bellos laberintos, todo eso que narra, requiere prestar atención. Quizás (repito) para toda la música en vivo, pero cuando el “coloque” es sentarse a escuchar lo que alguien tiene para decir nada puede interceder en ese encuentro.
Siento comodidad en la mesa, veo bien, mi amiga también disfruta y yo me fijo en cosas que quiero dejar para después. Las canciones suenan bien, pero en un momento asoma un acople, en otro la guitarra no se escucha, ahora no pasa nada pero hay nerviosismo con un micro, ya no quiero que se amplifique NADA. Ella se descalza y me alienta la idea, y cuando comenta que el laúd es rebelde para microfonear me convenzo: hay propuestas que en lugares chicos y con la gente dispuesta a la escucha no necesitan de amplificación. Un tema lo canta al aire con un invitado (Fer Henry) y creo que toda la gente presente pensó lo mismo, no sé, me dio la sensación. El último tema fue con La Plapla y público invitado, se formó un coro improvisado de ocho personas sin micros y lo confirmo (más aun teniendo en cuenta que el tema “Llovía” del trío no se había escuchado bien por los acoples y ahora brillo).
No quiero decir con esto que el sonido fue malo, No, se escucho bien, el bar tiene buen equipamiento, se veía que todo estaba a disposición y había buena voluntad de la gente del lugar para que todo saliera bien. Este texto es una mirada externa casi voyerista de la situación. El final se desarrolló con la calma del inicio pero entre abrazos de mucha gente que se notaba se conocía entre sí, las intérpretes rodeadas de amistad y buena música.
Yo terminé una vez más el vaso de cerveza y quedé tarareando la última melodía contra el viento que transitaba por la calle. Salí con la sensación del placer cumplido y con ganas de contarle a la gente amiga lo que había vivido, la flor más que la espina. Salí con la intención de motivar la escucha de estas dos propuestas, lo que está grabado y lo que ojala graben juntas o por separado. Sobre todo trasmitir de que vayan a su encuentro (ese es el sentido de esta crónica) ,que vayan a escucharlas en vivo. Ojalá con un sonido perfecto, sabiendo que la perfección no existe, por supuesto, pero aunque sea imposible, como ya fue dicho, de lo posible se sabe demasiado**.
Más allá de los contextos, de las condiciones de los escenarios, hay sonidos y canciones que trascienden y rompen las barreras que intermedian, se convierten en música que suena en la cabeza. Y esos sí, tal vez, sean los únicos sonidos perfectos que podremos escuchar.


@Chismosa_Selecciones
Notas * Del audio-cuento "La Plapla" de Maria Elena Walsh que da nombre al grupo. * De la canción "Resumen de noticias" de Silvio Rodriguez.